Debo confesar que su retórica tiene un sabor añejo que no termina de gustarme, una floritura literaria demasiada densa para mi gusto. Sin embargo Hilda es una maestra de la innovación y la osadía, solo el intento de remontarme a la época en la que ella se animó a publicar “Impresiones de la Guerra del Chaco”, me es imposible por la forma imprecisa de los textos, sorprende la valentía para marcar una línea de escritura muy propia despojada de cualquier cuidado para con los demás que no sea la honestidad consigo misma.
junio 23, 2008
Hilda Mundy
junio 13, 2008
La criada de la Sra. Blaha : Rainer María Rilke
No encuentro otro modo de comenzar este post que no sea aludiendo a la repetida y trillada frase de que la infancia nos marca para siempre. Particularmente las tragedias de la infancia, sin embargo estoy convencida que existe un mecanismo casi mágico que logra que estos terrores de la primera época se vayan transformando en arte. Las infancias tormentosas suelen, con cierta frecuencia, ser el inicio de muchos artistas.
junio 12, 2008
Cuentos ganadores Oscar Cerruto
El fruto de los dos años del concurso es un libro (tamaño "breve") con los textos ganadores. Se trata de cuentos cápsula, algunos enrevesados, anudados, que requieren de cierta sensibilidad, otros jocosos y de fácil digestión. Uno a uno se puede ir degustando de ellos, como caramelos cuyo sabor solo se determina al terminar de saborearlos. Dignos de coleccionar.
Cristina Wayar
Para mamá fui siempre una muñequita, con vestidos de volados y cabellos bien peinados. También jugué a ser madre y mis muñecas fueron mis niñas; les ponía vestidos elegantes y cepillaba durante horas sus caballeras rubias para trenzarlas y ponerles lazos vistosos.
Sé de muñecas, lo juro; pero cuando mi marido me arranca el vestido y me tiene cogida de los pelos, no dejo de preguntarme: ¿No que los hombres no jugaban con muñecas?
…Conquista
Por: Diego Mejía
Bajó de la colina, con su andar preciso y corto, dispuesta y al acecho; sabía en lo profundo de su ser que la mejor forma de capturar, era volverse presa. Él no podía contener sus ansias al ver su silueta dibujada en la pradera, cuando le acosaba de espaldas, sabiendo que él descubriría su imagen, revelada por el aroma que dejaba en el viento. Así, le rodeaba lentamente, siempre alerta, ensombrecida por la cautela, pendiente de cada movimiento; mientras, él la seguía con el olfato creando figuras sobre la maleza y el forraje, girando siempre en torno sin quebrar el silencio de la hojarasca con un paso.
-aquí- decía una sombra.
-no, acá- parecía responder otra y, entre la quietud que dejaban las pausas y el vaivén de las ramas, solo unas risas seguidas de su propio eco rompían la espera.
-¡aquí!- gritó entonces una de las sombras ya en medio vuelo, mostrando alegre las fauces.
-¡no, acá!- parecía responder otra desde lo profundo y oscuro que había detrás de una sonrisa, él no podía contener sus ansias, jamás había tenido cena más feliz.